15/04/2002 - Tato: "Defensor es el Real Madrid" |
Algunos de los jugadores de Defensor Sporting, los que no lo conocían, se sorprendieron y hasta se impactaron cuando Ricardo Ortíz volvió al club. Es que "Tato" es mucho más que el tipo bueno y sencillo que parece ser, y además esta vuelta a la institución que lo vio nacer, lo encuentra más maduro, con más experiencia. "Con menos posibilidades de equivocarme", como le gusta decir a él. Hijo de un jugador de
básquetbol, nada hacía pensar que iba a dedicarse al fútbol y que iba a
abrazar su profesión con tanta pasión. "Creo que el hecho de que nos
mudáramos a Carrasco cuando yo tenía sólo 5 años fue fundamental. Si
hubiésemos vivido en Malvín, seguramente hubiera intentado ser jugador de
básquetbol. No sé si tenía condiciones pero me gustaba". Además estaba la
herencia de Abel, su padre, que había jugado en Aguada y en Peñarol en las
gloriosas épocas de "Macoco". EL "PEPE". Los anotaron, a
él y a su hermana, en el Club Naútico, y allí vio que se estaba jugando un
partido de fútbol. Uno de los equipos tenía camiseta azúl y negra como
Liverpool y allí jugaba el hijo de la maestra de su hermana: "me gustaron
los colores y el hecho de que hubiese alguien conocido. Fue así como
empecé a jugar en "Los Piratas". Pero estuve sólo un año, porque después
comencé en el equipo del Náutico donde nos dirigía el "Pepe" Schiaffino.
No le gustaba perder nunca. Nos trataba en forma distante pero hacía algo
que es muy importante y que hoy hace mucha falta: enseñar fundamentos. Yo
jugaba de back derecho. Me gustaba, tenía buen quite y siempre me
entreveraba con los más grandes, sobre todo con los compañeros de mi
hermana". VIOLETA. Comenzó en la Quinta División: "salimos segundos, pero teníamos un cuadrazo. Jugaba "Paco" Casal, que era un jugador de equipo y ganador, Daniel Balalata, Martínez, "Pichu" Rodríguez y Oribe, el hermano de Líber Arispe, entre otros". Había llegado al club a principio de año y ya en diciembre debutó en Primera: "tenía 14 años y me tocó entrar en el Estadio contra Cerro. El Centenario me parecía inmenso. Todavía jugaba en Quinta y alternaba en Cuarta y en Tercera. Era el último partido y como Defensor se había salvado del descenso, el Prof. De León nos hizo debutar a Balalata y a mí. Pero el año siguiente fue más importante para mí porque me tocó jugar de titular y por el Uruguayo. Fue en el Franzini contra Danubio. El titular era Puppo, pero como se había casado, tuve la oportunidad. Era un niño y jugaba con gente de 35 años a mi lado. Prácticamente, no hice inferiores. Llegué rápido y joven, como jugador y como entrenador. Todo se dio demasiado rápido, y eso no es bueno, aunque yo tuve suerte". LA LINEA RECTA. Estuvo en
Defensor desde el 71 hasta el 80, e integró el equipo del año 76, el que
logró romper la historia. "No fue sólo el 76, fue un proceso que se
inició justamente en el 71. Cuando llegó Ricardo De León no era conocido,
sólo había dirigido las inferiores de Nacional, y el equipo con su
sistema, perdió los primeros cinco partidos. Defensor no era entonces el
equipo que es ahora, ni había tanta presión, pero igual lo querían matar.
Sin embargo, el presidente Julio César Franzini dijo: "De León es
intocable". Empató el siguiente partido y después estuvo 10 encuentros
invicto. "El Profe" ya en el 72 había hecho una gran campaña y luego
volvió en el 75. Cuando se fue se quedó Patrón que ya tenía la misma idea
y las cosas siguieron gestándose. Era un adelantado, exigía la presión
sobre la pelota, el jugar en 40 metros, el reparto de esfuerzos. Cosas que
se dan en el fútbol actual y él las puso en práctica hace 30 años. Salir
campeones parecía imposible, sin embargo, lo logramos. Fue increíble y nos
fuimos dando cuenta después. Cambiamos la historia con un equipo muy
humilde. No era el Defensor de ahora, aunque nunca se atrasaba en los
pagos, ya tenía la misma política. Ese año comenzamos la preparación
previa y el campeonato con el objetivo de dejar de jugar por jugar,
sabiendo que no íbamos a lograr nada. Y, aunque empezamos mal, poco a poco
nos fuimos dando cuenta que se podía. Era una plantilla que tenía de todo,
porque yo tenía 19 años, pero estaba Cubilla que tenía 35. El equilibrio
siempre es importante y la gente mayor te puede aconsejar si con los
triunfos te empezás a equivocar. De León siempre decía que la vida es una
línea recta y aunque uno se tambalee para un lado u otro, lo importante es
volver al camino correcto. Lo más importante del "Profe" es que nos
inculcó muchas cosas que no sólo servían dentro del campo, sino que se
podían aplicar en la vida. Hizo lo más difícil: formarnos como personas.
Nos daba charlas de más de media hora en el vestuario y nunca volaba una
mosca porque te atrapaba con sus verdades y con alguna mentirita también.
Es un gran psicólogo y es un desperdicio que hoy esté en su casa". LA PRUEBA. En el 81, "Tato" pasó a Peñarol. Pero Defensor ya se había metido bajo su piel. "No me fue bien futbolísticamente, pero viví cosas muy importantes. Pude conocer a todo el mundo, jugué Copa Libertadores, gané la Copa América y la Intercontinental y allí cuando me tocó alternar volví a comprobar las verdades del Prof. De León, cuando decía que lo importante era el grupo y que aunque jugaban 11 lo componían 20. Creo que no me fue bien porque ya había sido operado de la rodilla y tenía que hacer mucho esfuerzo para jugar. A fines del 76 me había roto el tendón rotuliano y los médicos me dijeron que iban a recuperarme para que caminara. Tenía nada más que 19 años y estuve dos sin jugar. Fue bravo, empecé a trabajar con un cuñado en un reparto, pero estaba convencido que el fútbol no se me podía acabar así. Un día durante esos dos años hablé con Franzini para rescindir el contrato. Me pagaban todo, hasta los premios, y a mí me daba vergüenza. El me contestó: "estás loco? Recuperáte que vamos a hacer mucha plata contigo". Después de Peñarol se fue al Tolima de Colombia y luego volvió a Defensor, pero ya tenía claro que quería dejar: "quería hacer el curso de entrenador y probarme a ver si tenía condiciones y si podía estar al frente de un plantel". En el 88 su ex compañero Baudilio Jauregui le dio la posibilidad de probarse en la Tercera de Central. "Me di cuenta que me sentía cómodo y que podía sacar a un jugador y poner a otro dejando el corazón de lado". Luego un amigo, Eduardo Abulafia, lo recomendó para El Tanque, donde salieron campeones y obtuvieron el ascenso. En el 91 luego de la ida de Menotti, le llegó la posibilidad de dirigir a Peñarol: "no sé si estaba preparado, creo que ahora lo estoy mucho más, pero me tenía fe. Seguramente, me equivocaba más que ahora, pero la forma de dirigir y mi propuesta eran las mismas". Luego le tocó el turno a Racing, Fénix, Juventud, Defensor, donde fueron campeones del Torneo Clausura y perdieron las finales con Peñarol, y al Cobresal, Fernández Vial y Santiago Morning, de Chile. "Estar de nuevo en Defensor es volver a casa. Para mí Defensor es el Real Madrid. Por los afectos y porque es un club donde yo vi todo el progreso y el crecimiento espectacular. Es el lugar donde me crié y hoy puedo disfrutar de lo que ha crecido y tratar de aportar para que lo haga aún más. Para mí es muy gratificante. Ya lo es el sólo hecho de trabajar en el fútbol y mucho más hacerlo en Defensor". |