Pablo Muñoz subió a primera hace sólo dos meses, pero ya la rompió

Otro de Rivera salió al ruedo

Pablo Muñoz tiene 18 años y hace solo dos meses que juega en la primera de Defensor Sporting. Sin embargo, desde muy pequeño estuvo en la selección.

DOMINIO. Pablo Muñoz y la pelota en el Complejo Juvenil de Defensor Sporting. Asegura que sólo es hincha de Gremio de Brasil, pero que su padre siempre fue violeta. Por su parte Keosseian manifiesta que tiene buenas condiciones y un futuro promisorio

SILVIA PEREZ (Diario El País)

Fue ascendido a primera hace sólo dos meses, sin embargo, ya ha dado que hablar. La semana pasada debutó en el Estadio Centenario frente a Peñarol, al menos con la camiseta de Defensor Sporting, porque ya había pisado el cesped del histórico escenario con la selección juvenil.

Como varios otros cracks, nació en Rivera. Tiene 18 años y es el segundo de los siete hijos que tuvieron sus padres: Eli y Ana María. Cinco varones y dos mujeres. Comenzó a jugar al futbol a los 10 años en el Oriental de Rivera. Antes se dedicaba al básquetbol, jugaba de base en el Telégrafo: "no era muy bueno, pero me ponían siempre. El fútbol me gustaba mucho más, pero no siempre tenía lugar". Sin embargo, apenas comenzó a jugar en el Oriental integró la selección de baby fútbol de su departamento. Luego estuvo en varias selecciones juveniles de Rivera, comenzando por la Sub 15. En ese momento jugó un Campeonato Nacional en Artigas y en el partido contra la selección local lo vio Claudio Listur, quien le pasó el dato a Víctor Púa y lo invitaron a participar en un campamento con jugadores de otras partes del interior. "Fue en el 98, tenía 16 años, me vine a Montevideo y ya me quedé. Vivía en Galicia y Libertador con un conocido de mis padres. Estaba en la selección pero no tenía equipo. En ese momento y por intermedio de Púa, que habló con el tecnico, fui a entrenar a Peñarol, pero estuve sólo dos semanas. No me gustó, me pareció que no me daban mucha importancia y no fui más. Y eso que Bengoechea es uno de los jugadores que más he admirado, junto a Maradona y Ronaldo. Además Pablo jugó con mi padre en Rivera, en el Oriental, y el otro día en el partido frente a Peñarol me saludó y me deseó suerte". Un año más tarde, en el 99, el contratista Pablo Bentancur compró su pase en Rivera y lo colocó en Defensor Sporting. Con la selección juvenil jugó el Campeonato Sudamericano Sub 17 en Montevideo y el Campeonato Mundial de la misma categoría en Nueva Zelanda. Pero ese no fue su primer viaje: "con la sub 15 ya habíamos ido a Francia. Ese si fue mi debut en un avión. De primera París, ¡impresionante!".

VIOLETA

Comenzó en el segundo año de quinta y luego alternó en cuarta y en tercera. A propósito, aclara orgulloso que salió campeón en quinta y en cuarta dos veces: "ahh, y también de un campeonato nacional Sub 18", agregó. En junio de este año Keosseian lo subió al primero: "estaba en cuarta y la posibilidad se me dio de golpe. Las oportunidades hay que aprovecharlas porque son pocas. Los que más me hablaron cuando llegué al plantel principal fueron Fernando Faudeuille, Eliomar y Marcelo Tejera. Pero en realidad converso con todos, es un grupo bárbaro". De todos modos, eso no impide que extrañe un poco a sus compañeros de cuarta y muchas veces, en el Complejo Juvenil de Pichincha, mientras no comienza el entrenamiento del primer equipo, Pablo va a saludar a los muchachos de cuarta división: "los extraño un poco, pero uno trabaja para llegar lo más lejos posible. Además, ellos tienen mi edad y fueron los que me abrieron las puertas de este club".

APRENDIENDO

Actualmente vive en la casa que tiene Defensor Sporting para los futbolistas del interior del país. Allí comparte la vivienda con otros ocho muchachos y René, la conserje se ocupa de ellos. "Al principio extrañé mucho, a mi familia y a mis amigos de Rivera. Ahora lo he superado un poco, además como Rivera es tan lejos, si tenemos un sólo día libre no me alcanza para ir y venir. Pero en esos caso le pido a 'Manolo' (Keosseian) y si se puede me autoriza, sobre todo porque toda mi familia está allá".

Con respecto a sus virtudes, reconoce que: "algunas las traigo de la cuna, pero muchas otras las aprendí. Víctor Púa me enseñó muchas cosas: a no esperar la pelota, a controlar y jugar más rápido y a tener más presencia en la cancha. Lo mejor que hago es encarar a velocidad, pero todavía tengo mucho que mejorar, principalmente los cabezazos, los lanzamientos en profundidad y tantas otras cosas. El jugador de fútbol siempre tiene algo que aprender".